CROI 2020: ¿Qué sabemos del coronavirus y su impacto en personas con el VIH?

Durante el transcurso de la XXVII Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2020) –que se celebró la semana pasada de forma virtual por causa de la epidemia por coronavirus COVID-19–, autoridades sanitarias de EEUU y China ofrecieron una actualización sobre la epidemiología y la respuesta a la epidemia de SARS-CoV2 (nombre oficial del virus). La información proporcionada por los expertos continúa siendo la misma que la suministrada en las últimas semanas. No hay evidencia alguna de que las personas con el VIH tengan un mayor riesgo de adquirir la infección por SARS-CoV2 o de sufrir complicaciones graves si se ven afectadas; de la misma manera que tampoco existen indicios del impacto de la carga viral o del recuento de células CD4 sobre el riesgo de contraerla o de desarrollar complicaciones graves.

El coronavirus COVID-19 deja más de 145.000 casos de transmisión en más de 140 países del mundo, la inmensa mayoría –cerca de 81.000– en China, donde se han registrado 3.189 muertes por esta causa. La cifra de muertes en todo el mundo supera los 5.400 y la de los recuperados, los 65.000. Fuera de China se han confirmado casos en más de 140 países, incluido España, que es el segundo país de Europa, por detrás de Italia, con más de 7.750 personas contagiadas y 288 muertos.

Aunque la mayoría de personas infectadas por el nuevo SARS-CoV2 desarrollarán una enfermedad leve, se calcula que aproximadamente un 20% podría desarrollar una enfermedad más grave. Entre los factores de riesgo de desarrollar complicaciones graves, se incluyen tener una edad avanzada, tener patologías de base o tener problemas de inmunidad .

En una sesión especial de la CROI, las autoridades del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCDC, por sus siglas en inglés) ofrecieron una actualización sobre la cronología del brote en Wuhan, China, donde surgió la epidemia.

Once días después de que se informara al CCDC el 27 de diciembre de tres casos poco comunes de neumonía en una misma familia, se identificó el SARS-CoV2. En unos días, se logró secuenciar el virus y se distribuyeron los primeros kits de la prueba de PCR. La ciudad de Wuhan fue cerrada el 23 de enero y, a continuación, se creó un «cordón sanitario» alrededor de la provincia de Hubei que confinó a 59 millones de personas.

La mayoría de los casos del brote de Wuhan se produjeron por contacto estrecho y, a menudo, en clusters de familias. Según los expertos chinos, la replicación y diseminación viral en el organismo puede darse entre 24 y 48 horas antes del inicio de los síntomas y es el momento más elevado en el curso de la enfermedad. La replicación y diseminación viral generalmente continúa entre 7 a 12 días en los casos leves, pero puede prolongarse durante más de 2 semanas en los casos graves.

En China, el promedio de tiempo desde la exposición hasta el inicio de los síntomas fue de 5 a 6 días. En el momento del diagnóstico, el 80% de los casos fueron leves, el 15% fueron graves y el 5% se consideraron críticos. Entre aquellas personas con enfermedad leve, entre un 10 y un 15% progresó a enfermedad grave, y de estos, entre un 15 y un 20%, progresó a estado crítico.

La fiebre es el síntoma más común, que ocurre en, aproximadamente, el 80% de los pacientes, mientras que alrededor de un 40% desarrollan tos. Muchas personas con enfermedad leve tienen pocos síntomas y los expertos chinos creen que la infección asintomática «parece ser un fenómeno poco habitual». En un momento posterior en el curso de la enfermedad, los pacientes tienen más probabilidades de tener dificultad para respirar y pueden desarrollar neumonía. El promedio de tiempo de recuperación fue de 2 semanas para los casos leves y de hasta 6 semanas para los casos graves.

Sin embargo, tal como describen los expertos estadounidenses, la infección por COVID-19 puede derivar en un síndrome de dificultad respiratoria aguda que ocurre cuando se acumula líquido en los alvéolos , los sacos de aire elásticos y diminutos de los pulmones. El líquido impide que los pulmones se llenen con suficiente aire y, por lo tanto, llega menos oxígeno al torrente sanguíneo lo que podría derivar en insuficiencia respiratoria y muerte. Además, se puede producir una lesión pulmonar mayor como consecuencia de la respuesta del propio sistema inmunitario a la infección. La fibrosis pulmonar –es decir, la formación de cicatrices en el tejido pulmonar– puede provocar un daño permanente incluso después de la recuperación de la enfermedad.

De acuerdo con los expertos, por ahora se desconoce si las personas infectadas desarrollarán inmunidad frente a COVID-19 (y, en caso afirmativo, durante cuánto tiempo); si el virus puede establecer en el organismo reservorios persistentes; o si puede producirse una reinfección –aunque ha habido varios informes sobre este aspecto, parece un fenómeno poco habitual–.

Por lo que respecta a la transmisión del SARS-CoV2, los expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, en siglas en inglés) señalan que la infección se propaga principalmente por vía aérea, a través de las pequeñas gotas que se producen cuando una persona infectada tose o estornuda. Además, como dichas gotas pueden acabar posándose sobre superficies, el virus se puede transmitir también al tocarse ojos, nariz o boca tras tocar superficies contaminadas. Según los expertos de los CDC, el virus es detectable en las heces, pero la propagación fecal es poco probable en este momento. La transmisión perinatal no se ha registrado hasta la fecha, y el virus no se ha detectado en el líquido amniótico o la leche materna.

Los expertos estadounidenses subrayan que las personas de edad avanzada y aquellas con patología previas, como, por ejemplo, hipertensión, diabetes, enfermedad cardiovascular o enfermedad pulmonar crónica tienen un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave De hecho, en China, la mortalidad se acercó al 16% entre las personas de 80 años o más. Pero, a diferencia de otros virus respiratorios que son mortales tanto en niños como en personas mayores, COVID-19 es poco común en niños y sus síntomas son generalmente leves.

La tasa de mortalidad general para COVID-19 probablemente se sitúa en el rango de 0,5 a 3,5%, por lo que es de 5 a 35 veces más mortal que la gripe estacional, que tiene una mortalidad de, aproximadamente, el 0,1%. «La cantidad de personas que mueren depende de la rapidez con la que se detecta y trata la enfermedad», señalan los expertos de los CDC.

Tampoco, se dispone hasta la fecha de datos específicos sobre COVID-19 en personas inmunodeprimidas, pero por analogía a cómo actúan otros virus respiratorios, es probable que desarrollen una enfermedad grave. Entre las personas con el VIH, muchas de las cuales tienen 50 años o más y tienen comorbilidades, es probable que el riesgo sea mayor para las personas con bajos recuentos de células CD4 y aquellas que no están tomando terapia antirretroviral y que, por lo tanto, no han logrado la supresión viral. Sin embargo, los expertos aconsejar a todas las personas con VIH seguir las mismas recomendaciones y medidas emanadas por las autoridades sanitarias ya que se trata de un virus nuevo y queda mucho por aprender.

El único informe de caso publicado hasta la fecha de coinfección por VIH y SARS-CoV2 es el de un hombre chino de 61 años del distrito de Hankou (Wuhan) que tenía diabetes tipo 2 y era fumador crónico (entre 20 y 30 cigarrillos al día). En el momento del ingreso hospitalario, se le realizó también una prueba de anticuerpos/antígeno p24 del VIH a la que dio positivo. En ese momento, el paciente tenía linfocitopenia y un porcentaje muy bajo de linfocitos CD4 (4,75%), lo que indica un estado de inmunodepresión grave. Siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias chinas, recibió 400/100mg de lopinavir/ritonavir (Equivalente Farmacéutico Genérico [EFG]; Kaletra®) durante 12 días para tratar COVID-19, además de otros medicamentos. El paciente consiguió eliminar el SARS-CoV2 y tras ser dado de alta, permaneció aislado en casa durante dos semanas.

La descripción del único caso publicado hasta la fecha de COVID-19 en una persona con el VIH resulta insuficiente para poder extraer información adicional sobre el impacto que puede tener el VIH por sí mismo, o el tratamiento con lopinavir/ritonavir, sobre la infección por SARS-CoV2.

Ante la ausencia por el momento de más evidencia sobre COVID-19 en pacientes con el VIH, además de seguir los consejos y medidas generales de prevención frente al SARS-CoV2, las autoridades sanitarias estadounidenses de los CDC recomiendan que se garantice a los pacientes el suministro de fármacos antirretrovirales para, como mínimo, un mes; que se aconseje a los pacientes que mantengan actualizada la vacunación frente a la gripe y el neumococo; y que las unidades de VIH establezcan un plan de cuidados clínicos que permita la atención remota de los pacientes , por ejemplo a través de la telemedicina, sobre todo si se encuentran aislados o en cuarentena. Además, las autoridades aconsejan a los pacientes mantener activa una red social y de apoyo a distancia, dado que “el contacto social nos ayuda a mantenernos mentalmente saludables y combatir el aburrimiento».

Por último, las autoridades sanitarias de los CDC instan a la comunidad del VIH a usar su experiencia para combatir el estigma que ahora está surgiendo alrededor del coronavirus y las personas que lo padecen.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio