Las vacunas y la ética

La ética, en su concepción filosófica, como disciplina que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano, ha entrado, en más de una ocasión, en conflicto con las vacunas, sobre todo en lo relacionado con su desarrollo, investigación, pruebas y su aplicación.

El aplicarse ciertas vacunas es un requisito para ingresar a las escuelas, lo cual ha generado debates y objeciones éticas debido a que algunas personas y comunidades no están de acuerdo o tienen creencias religiosas o filosóficas que entran en conflicto con la vacunación para sus hijos, por lo que se ha discutido si los reglamentos de Salud Pública sobre vacunación pueden infringir la autonomía, libertades y derechos humanos de las personas.

Un ejemplo claro de dilema ético, estrechamente relacionado con la vacunación, lo encontramos en el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano, cuyo contagio es por transmisión sexual, cuya inoculación, para ser efectiva, debe ser aplicada a niñas entre 11 y 12 años de edad, lo cual, de ser obligatoria, podría representar el someter a una niña a una intervención ajena a las creencias de su familia.

Las discusiones éticas también se circunscriben a la investigación y pruebas de las vacunas; dentro de este tipo de discusiones se incluyen temas como: desarrollo de vacunas y diseño de estudios, poblaciones y lugares para las pruebas.

Por ejemplo, las discusiones éticas son un componente clave de la investigación y desarrollo de las vacunas contra el VIH, debido a que plantean una gran cantidad de retos moralistas específicos; tales como el estigma del SIDA, lo cual puede poner en riesgo psicológico a los participantes de la prueba en caso de discriminación.

Los debates éticos también se enfocan a la implementación y la aplicación de las vacunas, un ejemplo de esto es el consentimiento informado, lo cual implica que aquellas personas que aceptan ser vacunados conocen y están conscientes de los riesgos y beneficios de la vacuna, pues sólo así son capaces de tomar una decisión bien fundamentada.

Otro debate ético está relacionado con el “cuando” de la aplicación de las vacunas, lo cual se decide dependiendo de la situación socioeconómica, de salud y edad de las personas a quienes se aplicará, dando origen a discusiones en torno a cuestiones como: si toda vida tiene el mismo valor o no, y si todos merecen, o no, las mismas oportunidades de protegerse a través de la vacunación.

En México no queda claro si las personas que no cuenten con seguridad social formal puedan enfrentar desafíos para recibir las vacunas del COVID-19, y además, todavía más difícil les resultará el acceso a la vacunación a los miembros de las minorías étnicas y raciales, quienes generalmente habitan en lugares más aislados, lo que genera menos posibilidades de recibir cuidados preventivos, incluida la inoculación.

Los países en desarrollo enfrentan amenazas de infecciones incapacitantes y mortales, llamadas “enfermedades de la pobreza”, como el anquilostoma duodenal y la lepra, desconocidas para la mayoría de los países primermundistas. Otras complicaciones recurrentes en los lugares afectados por las enfermedades de la pobreza surgen a raíz de una carencia de infraestructura, lo cual impide que el proceso de vacunación se logre a gran escala. También enfrentan diversas prioridades de salud y de carácter social, como la pobreza, la violencia y los caminos en mal estado.

Los funcionarios médicos y de salubridad pública deben tomar decisiones difíciles sobre qué necesidades de salud atender y cómo integrar el proceso de vacunación a servicios que a menudo son escasos.

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