Un estudio sudafricano revela un mayor riesgo de mortalidad por la COVID-19 en personas con el VIH

Un análisis realizado sobre personas atendidas en el sector sanitario público en la provincia del Cabo Occidental (Sudáfrica) ha revelado que las personas con el VIH presentan una probabilidad aproximadamente superior de morir debido a la COVID-19 que la población general. Se trata del primer informe sobre factores de riesgo de mortalidad por la COVID-19 en la población de personas con el VIH que viven en el África subsahariana.

La provincia del Cabo Occidental es una de las más afectadas por la COVID-19 en Sudáfrica. Por otro lado, la prevalencia del VIH en la provincia es del 13%, un valor elevado para las estadísticas internacionales, pero inferior a la de otras provincias sudafricanas.

El servicio de epidemiología del Departamento de Salud de Cabo Occidental recopiló datos sobre la COVID-19 procedentes de los distintos centros sanitarios del sector público para intentar observar el impacto de distintos factores sobre esta infección. En el análisis se tuvieron en cuenta datos procedentes de 3,5 millones de personas adultas que recibían atención sanitaria del sector público en la provincia. En el sector público se habían realizado un total de 12.987 diagnósticos de COVID-19, y 435 personas habían fallecido por esa causa. No obstante, hay que destacar que no se recopilaron datos referentes a la situación socioeconómica, la obesidad o el tabaquismo, que también pueden constituir importantes factores de riesgo.

Después de tener en cuenta posibles factores de confusión, se descubrió que los hombres presentaban un 40% más de probabilidades de morir de COVID-19 que las mujeres (cociente de riesgo: 1,40; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,17-1,70) y que el riesgo de muerte aumentaba con cada franja de edad a partir de los 40 años.

Del mismo modo, también examinaron las diferencias de riesgo entre las personas que tenían diabetes bien controlada y las personas que la tenían mal controlada o sin controlar. Se sabe que la diabetes es un factor de riesgo de la COVID-19, al igual que la obesidad y la hipertensión.

Las personas con diabetes mal controlada o no controlada presentaron un riesgo notablemente mayor de fallecer por la COVID-19 que las que tenían su diabetes controlada. Al comparar con las personas sin diabetes, las personas con diabetes controlada ya presentaban un riesgo de muerte cuatro veces mayor (CR: 4,65; IC95%: 3,19-6,79), las personas con diabetes mal controlada tenían un riesgo nueve veces mayor (CR: 8,99; IC95%: 6,65-12,14) y las

personas con diabetes no controlada, un riesgo 13 veces mayor (CR: 13,02; IC95%: 10,06-13,87).

Tener diabetes supuso un factor de riesgo más importante que la hipertensión (CR: 1,46; IC95%: 1,18-1,81) o la enfermedad renal crónica (CR: 2,02: IC95%: 1,55-2,62).

También se comprobó que las personas que presentaban antecedentes de tuberculosis tuvieron un riesgo ligeramente mayor de fallecer debido a la COVID-19 (CR: 1,41; IC95%: 1,05-1,90). Las personas con casos activos de tuberculosis tuvieron una probabilidad más de dos veces y media superior de morir debido a la COVID-19 que las personas sin tuberculosis (CR: 2,58; IC95%: 1,53-4,37).

Descubrir el impacto de estos factores no fue una sorpresa, ya que habían sido identificados previamente en otros estudios. Sin embargo, al estudiar a las personas con el VIH también se comprobó que presentaban un mayor riesgo de morir por la COVID-19 (CR: 2,75; IC95%: 2,09-3,61) que las personas sin el VIH, aunque el aumento del riesgo para las personas con tuberculosis o el VIH era mucho menor que para la diabetes. El hecho de tener carga viral indetectable no supuso ninguna diferencia en el riesgo de muerte.

Al calcular el número de muertes esperables en personas con el VIH teniendo en cuenta la distribución de edad y sexo de esta población y comparar dicha cifra con el número real de muertes (la tasa de mortalidad estandarizada), se comprobó que las personas con el VIH tuvieron una probabilidad 2,3 superior (IC95%: 1,83-2,91) de haber muerto por la COVID-19.

Este es un resultado que parece contrastar con los obtenidos en otros estudios en personas con el VIH. Sin embargo, también hay que considerar que casi todas las personas con el VIH que murieron tenían otras comorbilidades. Así, aproximadamente la mitad de ellas tenían diabetes y alrededor de la mitad tenían hipertensión. No obstante, los autores del análisis destacan que las personas con el VIH que mueren como consecuencia de la COVID-19 no son personas que tengan un estado avanzado de la infección por el VIH, sino que son personas que, gracias al tratamiento antirretroviral, han vivido lo suficiente como para desarrollar dichas comorbilidades.

Se estima que aproximadamente la mitad de las muertes por la COVID-19 en los pacientes atendidos en el sector público de Cabo Occidental son atribuibles principalmente a personas con diabetes, el 19% a personas con hipertensión, el 12% a personas con el VIH, el 9% a personas con enfermedad renal crónica y el 2% a personas con tuberculosis activa. Utilizando la tasa de mortalidad normalizada, se comprobó que la proporción de muertes por la COVID-19 relacionadas con el VIH registradas en los sectores sanitario públicos y privados puede ser menor, en torno al 8%.

Resulta tranquilizador que esta nueva cifra de riesgo no sea tan elevada, pero justifica que las personas con el VIH se incluyan dentro de la lista de grupos de riesgo.

Una de las conclusiones de los autores es que los efectos indirectos de la COVID-19 en el uso del sistema sanitario suponen graves riesgos para los países muy afectados por VIH y tuberculosis. En ese sentido, se registró un descenso del 10% en el número de pruebas de carga viral realizadas en el sector público y también un gran descenso en el número de pruebas de tuberculosis, lo que indica que las personas no estarían asistiendo a los hospitales. Existe miedo, en parte debido al coronavirus, pero también por la posibilidad de ser arrestadas durante las primeras etapas del confinamiento y por la posibilidad de que se les imponga una cuarentena obligatoria (o incluso privación de la libertad) en caso de un positivo en las pruebas de coronavirus.

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