Una vacuna terapéutica muestra potencial para controlar el VIH sin tratamiento antirretroviral.

La doctora Beatriz Mothe (abajo a la izquierda) en su presentación en la CROI 2021.

Una vacuna terapéutica permitió que algunas personas con el VIH pudieran interrumpir su tratamiento antirretroviral durante al menos 22 semanas, manteniendo un nivel muy bajo de carga viral, según afirmó la doctora Beatriz Mothe, del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa de Badalona (España), durante la edición virtual de la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2021).

El diseño de la vacuna terapéutica HTI se basó en los resultados de estudios realizados con las personas denominadas «controladores de élite» (se designa así a las personas capaces de controlar el VIH durante largos periodos de tiempo sin necesidad de tratamiento). Dichos estudios permitieron identificar qué respuestas inmunitarias de las células CD4 y CD8 frente a regiones específicas del VIH estaban relacionadas con el control de la carga viral. De hecho, la vacuna fue diseñada para estimular respuestas similares en las personas inoculadas.

La doctora Mothe presentó los resultados de AELIX-002, un ensayo de seguridad de fase 1/2a que probó dicha vacuna en personas con el VIH. Los participantes en el ensayo habían comenzado el tratamiento antirretroviral menos de seis meses después de haberse infectado por el VIH, habían mantenido una carga viral indetectable durante al menos un año y su recuento de CD4 había sido superior a 400 células/mm3 durante al menos seis meses.

En la primera fase del estudio, los 45 participantes fueron asignados de forma aleatoria para recibir ocho dosis de vacuna (o de placebo) a lo largo de un periodo de 18 meses. En algunas de las inoculaciones, el inmunógeno HTI se transportaba en un vector de ADN, en otras se usó un vector MVA y, por último, en otras se utilizó un vector de adenovirus modificado de chimpancé.

En la segunda fase, se invitó a las personas participantes a interrumpir su tratamiento durante 24 semanas para evaluar qué impacto tenía la vacunación sobre el control viral, y 41 de las personas voluntarias decidieron hacerlo. La carga viral y los recuentos de CD4 de los participantes se controlaron semanalmente. Si la carga viral se elevaba por encima de 100.000 copias/mL en cualquier momento, si superaba las 10.000 copias/mL durante más de 8 semanas o si el recuento de CD4 caía por debajo de 350 células/mm3 dos veces consecutivas, las personas reanudaban el tratamiento de forma inmediata.

Todas las personas participantes experimentaron un rebote de la carga viral, por lo general en las dos o tres semanas siguientes a la interrupción del tratamiento, pero en la mayoría de los casos, sin alcanzar los niveles anteriores al tratamiento. Ocho personas fueron capaces de mantenerse sin tratamiento hasta la semana 22. Cinco personas en el brazo de la vacuna y una en el brazo de placebo mantuvieron su carga viral por debajo de 2.000 copias/mL durante toda la interrupción del tratamiento.

No está claro qué implicación tiene para la salud el hecho de mantener un control viral prolongado a niveles bajos, pero detectables. Por otro lado, el objetivo final de los estudios que buscan una cura funcional es mantener los niveles virales de VIH por debajo del límite de detección sin tratamiento. A pesar de ello, los resultados del estudio fueron celebrados por la profesora Adeeba Kamarulzaman, presidenta de la Sociedad Internacional del Sida, como «la primera prueba de concepto en personas con el VIH de que la estimulación de las células-T específicas del VIH puede ser un factor que contribuya a las estrategias de curación».

Es probable que para alcanzar lo que se denomina una «cura funcional» (es decir, un control de forma indefinida de la carga viral del VIH sin necesidad de tratamiento antirretroviral) se requiera un enfoque mixto, por ejemplo, combinando esta vacuna con otras intervenciones. Precisamente, ya se está llevando a cabo un estudio en el que se combina este régimen de vacunación junto con el uso de vesatolimod, un agonista del TLR-7.

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